sábado, 26 de diciembre de 2009

sábado, 19 de diciembre de 2009

Mi ayer...


Mi Ayer…

Leyendo al Señor Bradbury supe que tengo piedra libre! Me autorizó a mantener en un lugar dentro de mi mente,…mi ayer.

Hoy me confirmó que no está mal que conserve mi colección de revistas de amor Intervalo, aunque ahora solo lea “literatura”. Me autorizó a sumar. Sólo a sumar en mi vida. A amontonar experiencias sin descartar las antiguas, las pasadas, las de mis distintas edades. Y hoy sentí que ya no estoy sola. Estoy rodeada de todas aquellas Martas de mi historia. La de cinco, la de diez, la de quince, hasta la de antes de ayer. Y junto con ellas, de toda la gente que me ayudó a crecer en aquellos momentos…

Cuantas escenas de ciencia ficción, o realismo mágico encierra la vida de un ser humano!

Puedo ser, cada vez que lo necesite, esa nena de cabello rubio y piel nacarada. Aquella cuyo almuerzo ideal, no era en un restaurante mexicano, jamás un asado, menos, algo que fuera verde... Esa Marta en miniatura que compartía, mitad y mitad, medidas con regla, el sándwich de queso con su mejor amigo, el “negro”, aquel perrazo mestizo y oscuro que vagaba en el monte correntino, hasta que el amor desmesurado por la nena y las comidas que ella odiaba, lo esclavizaron voluntariamente hasta la muerte…

Pero lo mejor de todo, Señor Bradbury, es que si conservo aquellos banquetes compartidos con el perro, aparece también un joven de porte imponente de unos treinta y largos y uniforme color cafè con leche… que resultaba ser mi viejo. En cuyos brazos arremangados despertaba cuando me alzaba adormilada de la montañita de arena en la que jugábamos el negro y yo, luego del mediodía. Con aquellas situaciones a resguardo, volvieron los besos aroma colonia Atkinsons que depositaba silencioso en mi cabeza y en la de mi amigo, para dejarnos acomodados en la cama arriesgándose a la ira de mi madre, preocupada por los gérmenes.

Volver a sentir aquel tiempo…! Las pieles tensas de mis padres; los desfiles de los marineros con el río color ladrillo de fondo, la tierra colorada bajo mis pies de cinco almanaques...; aquel primer y desconocido pecado… Ese adolescente aindiado que practicaba conmigo caricias prohibidas en una casita de madera, frente al destacamento de prefectura en donde vivíamos mi familia y yo, sin que nadie pensara en el peligro latente… Escapadas inconfesables…besos largos y enormes para mi cara…y al fin hoy puedo permitirme recordar sus negras cejas y sus inmensas manos morenas sucias de tierra secreteando bajo mis blusitas risueñas..., y extrañamente, las volvería a besar agradeciendo aquella dosis oculta de amor que conocí tan precozmente.

Y le pediría de nuevo, altanera, a mi padre con aquella vocecita aùn iletrada que fue mía, tan engreída como caprichosa, que meta al calabozo al marinerito aquel (rápidamente ascendido) que, viéndome jugar entusiasmada con una peligrosa Yarará, tuviera el tupé de dispararle salvándome la vida, pero destrozando en mil pedazos aquel colorido juguete nuevo…

Cuántas he sido desde aquella rara infancia…, cuántas soy, cuántas historias…., ha saltado la tapa de la olla a presión, quiero servirlo todo dentro de mis cuentos como un potaje de intrincados ingredientes y sabrosas especias, para poder revivir cada edad… cuando quiera…

Gracias, por el permiso, señor…

martes, 15 de diciembre de 2009

De la modernidad y otras yerbas...

Hoy me preguntaba què fue de aquellas diferencias que tanto adoraban nuestros compañeros del sexo opuesto. Aquello del ondear de la carne femenina, de la que tanto hablaban los poetas... o del òvalo perfecto de un rostro... o de la contundencia de una cadera... Parecen cosa de libros de historia del arte... Pero sin ir màs lejos... Nuestra Coca Sarli, hoy serìa una participante de Cuestiòn de Peso, si este programa siguiera.
De què hablaràn hoy los nuevos poetas... de otros temas... supongo, no de mujeres...
Claro, si cuando veo a nuestras modernas ideales de belleza femenina, veo casi lo que les describo en el cuentito corto, màs abajo, veo casi casi, a un hombre... mujer.
Quièn ideò todo esto? Por què hay que pasar la vida midiendo centìmetros y evitando que un muslo se mueva solo... y si rebota què? se termina el mundo acaso?
Al contrario... creo que la mayorìa de los varones estàn siendo vìctimas de nuestras ansias de ser igual a ellos... hasta en el cuerpo... y estàn dudando... y estàn cambiando...
el tema es cambiando para adònde... aùn los queremos aquì... aunque no les prestemos atenciòn en nuestra carrera del gimnasio al baño y del spa al cirujano... queremos seguir disfrutando de la diferencia!!!!!!!!!
Abrazos enormes... y por allì abajo hay una poesìa que no me habìa animado a mostrarles porque hace rato no andaba de poeta... pero vale, todo vale para despuntar el vicio que tenìa algo adormilado.

Reneè, o... como quieres que te quieran?

Rennè o… còmo quieres que te quieran?

Rennè acomodaba la cortina de cabello platinado con los dos brazos en alto para poder lucir la melena más larga y lacia de la fiesta. Era pelo natural, claro, Ernesto podía pagarlo, había sido siempre un buen amante, rico, considerado, generoso…
Estaba sentado sobre la cama…con las rodillas separadas y la corbata esperándolo sobre una de sus piernas. Miraba las tarjetas de invitación a la fiesta de fin de año de la empresa. Le habían dado un puesto importante, un ascenso, finalmente. Reneè era lo ideal para sentirse un ganador completo. Para humillar a los demás, con sus esposas comunes y corrientes, y cargados de hijos...
Reneè seguía con sus afeites y preparativos… usaba sus grandes y finas manos para untarse un poco mas de máscara para pestañas y profundizar aun mas su mirada verde…
De reojo observaba con satisfacción sus miembros delgados, de torneados bíceps deseados por tantas mujeres en el gimnasio al que acudía. Sonrió estudiadamente para probar la elasticidad del relleno de sus labios rojos… y los encontró bastante naturales, hasta los hubiera preferido más llamativos para provocar de verdad, pero quería combatir esa tendencia a lo bizarro y se anotaba en las sutilezas... La mandíbula, decidida, avanzaba sobre las mejillas hundidas que todas deseaban tanto,… y los pómulos altísimos daban el toque exótico y sensual a su rostro anguloso y moderno.
Ernesto entró para apurar un poco los trámites de producción. Tomó la caderita angosta con ambas manos. Falta algo aquí –opinó. Reneè aclaro que estaba igual a una muñeca Barbie, apenas unos centímetros menos de cintura que de cadera, un imposible... El, no demasiado convencido, pero igualmente conforme, tomó los grandes senos ingrávidos, sopesándolos.
Reneè le agradeció otra vez por el costo de esos pechos de colección, pero de un modo menos habitual, simplemente ofreciéndole la recién siliconada boca por unos segundos.
Ya casi estoy –dijo
Vamos-contestó él
Y se fueron caminando hacia el garaje, Reneè de largo, en altura igual a Ernesto, enfundada en su vestido plateado, con la melena ondeante sobre la escotada espalda del diseño exclusivo.
Ernesto tomándole la mano, opinaba que Reneè era la piedra fundamental de su carrera ascendente y de su vida de estilo y suntuosidad.
Pasaron una noche sensacional, bailando y seduciendo por partes iguales, siendo la pareja soñada de la fiesta. Dejando a los directivos convencidos de que tenían al mejor elemento en la vicepresidencia de la compañía. Un tipo decidido, que había sabido inclusive ganarse un trofeo impecable, como Reneè, a quien no hacían sombra ni las estrellas de Hollywood.

Cuando se iban retirando los invitados, Ernesto le deslizó al oído enjoyado la idea de seguir festejando en otra parte. Reneè tomó su carterita de canutillos y piedras y le puso su mano en el antebrazo, para partir con elegancia.

Y el infinito pasillo del Grand Hotel, los vio retirarse, hermosos como dioses de un olimpo especial, caminando con la cadencia de la brisa marina… y nadie supuso cual serìa la conversación que los hacía reír y vibrar al unísono…

Qué pensàs de una pizza, champán y billar, Reneè? -disparó divertido
Por supuesto que quiero! -Gorjeó con voz cascada Reneè

Amor mío! –exclamó el, demasiado alegre por los brindis
No te lo dije mil veces? Eres ideal!
La mujer perfecta es un hombre!

sábado, 12 de diciembre de 2009

martes, 8 de diciembre de 2009

Verdades plasmadas...

Amigo…
No creas que he guardado mis letras
Ni que la tinta de mi pluma se ha secado
O que las musas, mudas, se aburren en mi escritorio
Ni peor aún… que he claudicado…!

Sigo aquí, silenciosa, quizá doliente
Tal vez resguardando mi tesoro en papel de seda
O repasando viejas culpas que aún hieren
Dejándome cuidar por quien más me quiere.

A veces esta boca calla… castigada y merecidamente…
Seduce la verdad, pero plasmada hierve…
Y la musa indignada, con mueca enrevesada
Me cruza la cara con mis palabras como arma…
…y hasta que cicatrice esta herida
permaneceré… callada.