viernes, 7 de agosto de 2009

EL LLANTO DEL ÀLAMO (VERSION DE ALFREDO)

Esa mañana mi sentimiento fue abordado por el asombro. No sabía la razón, pero el patio se había llenado de hojas, mas de lo habitual. Era una mañana de agosto y el álamo se había desprendido de gran parte de su frondosa copa, hasta ayer repleto de hojas.
Un clic se hizo en mi mente y advertí que a aquel imponente coloso le había llegado su hora y no me queda otra alternativa que limpiar el lugar y depositar sus restos en una vieja bolsa de consorcio.
Cada tanto lo observo compungido y me siento muy triste. No recuerdo desde cuando esta allí aquel viejo álamo, pero es parte de mi historia, de mis raíces y temo también por mí. El y yo somos uno.
Siento el espíritu de ese ser vivo que tanto significado tiene, que fue testigo de toda mi vida y me siento agradecido.
El es mi vida y lo sabe. Y nos damos consuelo mutuo y tiene conocimiento de toda la historia, confesada tantas veces en mis días de frustración.
Es más que un árbol centenario, es la sabiduría, el amor eterno que perdura a través de los siglos. Es el árbol de la vida, por lo menos para mí.

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